viernes, 27 de octubre de 2006


Hoy sucedió algo muy extraño, me reconcilié con mis amigos de la niñez, esos de siempre, esos que sabes que en las buenas y en las malas estarán contigo indefectiblemente.

El caso es que tenemos que perdonar. Los amigos de la niñez y de la adolescencia son diferentes en esencia a los demás, diferentes a esos que haces después de que cumples veinte años; arrastran cosas diferentes; te conocen más profundamente; hablas con ellos después de tres años y parece que nunca hubieses dejado de hacerlo, son esos que te perdonan y a los que perdonas, que te quieren, que te juzgaron y que te perdonaron después de mucha reflexión.

Qué difícil es tener o mantener a los amigos, por eso ésto es un tributo a esa gente que después de muchos años de ausencia te dice que si lo grabaran estaría viendo cómo su cuerpo se eriza de emoción por la llamada o el que te dice que gracias a tí corrobora que tiene un ángel de la guarda, porque hiciste mejor su día, o sólo por existir, que hermoso, que sublime, eso somos los amigos de la niñez, los eternos amigos, más allá del bién y del mal…

Igual este tributo va a aquellos que ya no están mas, pero que al mismo tiempo están con nosotros, aquellos que no podemos explicar su existencia a nuestro lado, aquellos que recordamos y sólo te viene una sonrisa de buenos recuerdos seguida de una lágrima por su ausencia, pero felices en fin de haberlos conocido y de poder guardar esos recuerdos como cronopios, acariciándote la cara a cada día, cuando ves una foto juntos o cuando observas el Pinocchio de Tivoli que te trajo para sacarte una sonrisa y que en efecto surtió efecto… o cuando recuerdas que tu amigo que hoy en día no esta más recordaba tu atuendo de la primera vez que te conoció con detalles y que después te hacia reír a carcajadas por lo jocoso del asunto…

Que hermosa sensación te dejan los amigos… por eso celebrémoslo, digámosles que los queremos y mantengamos esos sentimientos vivos.

1 comentario:

Dalia dijo...

Pocas palabras hay tan amplias como la amistad.

Me alegra que te hayas reencontrado con esos amigos de tus orígenes porque siempre son parte de uno mismo y te trataron en la peor y a la vez mejor época de la vida que es cuando aún ni sabías quien eras ni qué querías de la vida.

Amigos en las buenas y en las malas hay pocos pero son como en un tesoro que vale la pena resguardar a capa y espada.